jueves, 22 de diciembre de 2011

Una carencia, una virtud

En este mundo tan derrochador, al borde de la catarsis consumista, que a pesar de la crisis sigue gastándose los cuartos abusivamente, es positivo tener carencias porque de alguna forma nos hace comprender el valor de los premios conseguidos, de los que pasamos olímpicamente en un plis plas.

Hablo de prendas de vestir, cámaras de video, cacharros para la cocina, y una larga lista de objetos que habremos usado una o dos veces en la vida y generalmente recién adquiridos. Es imposible poner un paraguas antipublicitario, vivir ajenos a esa profusividad de los anuncios en todos sus formatos, desde te compro el oro, hasta gimnasios, academias, compañias de telecomunicaciones, en fin que os voy a contar, que al cabo del día hemos recibido más llamadas que una teleoperadora......

Todos, nos intentan vender algo.Ya sea un reducción en la cuota del seguro del coche, ya sea un perrito piloto. Y yo no digo que sea mejor;no hace mucho tiempo vi la thermomix como la innovación en mi estilo de cocina ( aparte de la promesa de un puesto de trabajo), y al final ni lo uno ni lo otro.

Es cierto, en mi caso se diría que soy manirota, o lo que es lo mismo me duran las perras mucho menos que el no tenerlas.Eso sí que son épocas largas.Será que el carpe diem me dejó marcado y me es imposible ahorrar;por si mañana estoy muerto ya.

No me avergüenzo al decir que estoy en la ruina, aunque evidentemente veo gente que está mucho peor. Mi riqueza radica en eso mismo, en aprender a vivir con lo mínimo. Así pretende el ser más elevado de mi, caminando en dirección al buda, a la superación de mi mismo, a pesar de ser arrollado al mismo tiempo por los sistemas económicos que no tienen consideración ninguna con nadie.......

Pero, no pasa nada. La vida me ha regalado un sinfín de vivencias espléndidas, en las que nada tiene que ver, tener más o menos en la cuenta bancaria. Cómo dice un buen amigo, las cosas más importantes de la vida no cuestan dinero. Y esto es una verdad como un templo. Cuánto más no acercamos a la vida sin nada, más nos damos cuenta de lo que es verdaderamente valioso, para nuestra existencia no se compra con dinero, y que el tiempo es efímero y tembloroso, vulnerable.

De las carencias aprendo que seguimos teniendo una actitud irrespetuosa con la naturaleza, con los seres humanos, con los animales, que nos creemos superiores y soberanos del destino de lo que nos rodea. Nos importa un bledo,lo más mínimo, porque seguimos apegados a nuestros objetos, a nuestra maquinaria tecnológica, a los programas, a las cremas, a las drogas(considerándose aqui alcohol,tabaco, café, medicamentos de algún tipo),a las propiedades, a la necesidad del dinero: aprendo que somos esclavos que no saben decir basta, que no sabemos detener la vorágine que nos alcanza.Me incluyo pues aunque nade en otra dirección, me queda mucho camino por recorrer.


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  Ya empezamos otra vez a intentar desentrañar la cuestión esencial, recobrando una maldita disposición a encontrar algún sentido inapelable...