martes, 13 de marzo de 2012

Por los pelos.........

Hoy mientras recorría el camino repetido de cada día a casa, quemando gasoil contaminante sobre el alquitrán imperturbable, me he fijado en uno de esos inmensos carteles publicitarios, casí ridículos por su tamaño, en el que la cara de un tipo se ve doblemente reflejada, o lo que se suele decir vulgarmente un antes y un después. De estegénero, tenemos evidentemente muchos,(el de gord@s se lleva la palma),antes un ser pobre y despavorido humano, después un ser extremadamente atractivo,  ser un semidios en la promesa final, del uso del citado producto.El bombardeo es tal, que en las casas en que la tele es como el aire que se respira, y la mayoría de las horas está celebrando estar encendida; las consignas se cuelan hasta que cantamos y recitamos los esloganes inevitablemente. En ese punto la publicidad ha llegado a lo más hondo sin tú quererlo, aunque en última instancia llega el aborrecimiento....afortunadamente.

El caso es que en el cartel en que me he fijado hoy, había un tipo calvo con cara de perdido, el enunciado en medio, y a la derecha el mismo tipo después de un implante de pelo, pleno de seguridad y sonriente. El tipo todo hay que decirlo gana bastante, o eso parece en primera instancia. Bueno voy a aclarar que no sufro de alopecia, y creo que mi herencia genética me libra de tal "calamidad", pero si tuviera ese complejo no dudo que tal anuncio me hiciera desear ser el de la derecha. El caso es que hoy me he dado cuenta que el tipo con implante tiene casi el doble de cabeza, para realzar el efecto del triunfador sobre el perdedor, algo que me había pasado desapercibido, con lo cual he pensado que el anuncio no sea de pelo sino de cabeza completa, que pensando en los resultados de los implantes de pelo en gente cercana pienso que será mejor porque lo que yo he visto, es penoso.

La publicidad es así de engañosa, constantemente está deseando manejar nuestros deseos, y sus productos son la mejor manera de alcanzarlos. De todas las formas posibles quieren hacer sus productos necesarios para la existencia, hasta un punto histríonico y lamentable. Un tipo que no se va a Venecia con una rubia de bandera, porque se imagina su coche sin poder usarlo. Un peluquero que se va al supermercado a impedir que compren un champú. Unos artistas musicales vendiéndose a los bancos. Unos dulces que nos convierten en perseguidos. Una colonia que nos hace irresistible, eso sí, de perfumenes va la cosa homogénea, nos venden que si usamos su fragancia ligaremos más que el más audaz de los metros sexuales de cierto postín. Todo un mundo de chiribitas que nos quieren poner al alcanze de las manos, sirviéndonos un entrante visual.

No dejaré de reconocer, que el mundo de la publicidad, sin querer ser un  entrometido, es en sí mismo un arte, y que es sorprendente en tan corto espacio de tiempo la capacidad para enviarnos sus mensajes, hasta  ahí muy bien,  pero que no me vendan la moto que no es. Podrían ser menos embusteros y más austeros, que ahora con la crisis les vendría de perlas. Y no imitar tanto a los gobiernos, que entre tanta mentira no se le coge una verdad, de tan acostumbrados que están. Y además no tiene límites, la publicidad lo vende todo. los principios, la solidaridad, la paz, con tal de sacar tajada,  nosotros ahí tragando carros y carretones. Zapatero no se preocupó tanto de los parados, como por una tele pública sin anuncios, lo cual es razonable ya que no trabajamos por lo menos que no nos hagan sufrir con lo que no podemos consumir.

Por mi parte siempre he desconfiado de lo que tiene excesiva publicidad y necesidades de venderse, tiendo a pensar, que lo que tal ampulosidad y empeño no pueden tener una raíz saludable, y que por algún  lugar esa ingente maquinaria está podrida, por el deseo de beneficios. Igual que el capitalismo hambriento que nos engulle, al que sólo sacia su sed, los beneficios económicos


                                                   

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