sábado, 19 de mayo de 2012

Quince eme por sus propios meritos






El aire, el agua, las farolas,
los taxistas enojados,
ante el obstáculo de la muchedumbre,
el facebook, el twiter, los cangrejos,
las esposas, las berenjenas,
y la cerveza victoria;
se han llenado de manifestantes sin flautas,
se han llenado de primaveras y retoños,
clamando en pancartas domésticas y ateridas,
que se clavan en el gentío,
como un palillo de dientes
en una tapa de queso manchego.




¿Acaso no oímos lo que dicen?
¿Acaso pagaremos por un techo eternamente...
sin consuelo siquiera de tenerlo?
¿Acaso queremos arrastrar el ancla amaestrado,
de la indigestión de los banqueros,
de la subrepción de los políticos?



Besamos la sinfonía estéril
de los medios de incomunicación....
El proletariado va rumiando, es una vaca que recoge los zumbidos,
de máximas necias e indecentes.


¿Acaso nos abrazamos a la indefensión?
¿Y ni siquiera las voluntades pacíficas,
bien atribuídas,
perfectamente desmarcadas,
de la violencia y agresividad,
nos harán despertar?



¿Cómo dejar pasar este río luminoso,
sin detenerse un poco...?
A escuchar voces,
coces despolitizadas,
que lanzan un amarre
en medio de un mar colérico.
Azuzado por los mismos,
los mismos,
que dicen querer calmarlo.



Un  aliento fresco,
de dentífrico mentolado,
de almas,
que le dieron la vuelta al calcetín del sistema,
que con pristino y sencillo entendimiento,
proclamaron que vivir
no es un anti-económico error.











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