lunes, 10 de septiembre de 2012

Cante por mineras

Que una guitarra de tarántula
va tejiendo una protectora red,
previniendo, profetizando, contextualizando,
la voz que viene d elas profundidades,
la voz que regresa con los pesares;
para vertirlos en chamánico ascenso
al éter, donde todo se renueva
y dispone.

Viene el cante en el silencio místico
que cede la guitarra.
Viene el cante persuasivo, poderoso,
mantra sugerente y reflexivo, valiente.
Trompetas sin sordina,
clavando en el pecho de la auditoría,
agujas negras, sudario ceniza,
de dolor y hogueras.

Ya va declinando el cantaor su trance,
aún con los ojos cerados,
sus brazos van librando elocuentes conversaciones,
va podando los silencios y los reveses,
con la minera.

Los pies del público no tocan suelo,
sus miradas han engullido al exorcista,
que va enterrando la minera, 
hasta próxima estación.

Minera de humo de inciensos,
minera de la boca negra,
por donde se van las vidas,
de la oprimida prole,
necesitado de llevar a su techo,
el efímero y digerible bocado.

Minera de denuncia,
a las fauces que implacables,
exterminan a los padres,
de las familias,
ante incierto y rígido porvenir.


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